¿Cómo que Halo?

Mi quinto semestre en la carrera de ilustración gráfica fue decisivo dentro de una etapa importante de mi vida. Dentro de los cambios abruptos que tuve, uno de ellos se debió a cierto individuo cuya amistad valoro inmensamente. Un día, este sujeto - que recién había pasado las vacaciones navideñas al lado de su hermano en Acapulco - entró a mi salón y me contó sobre algo maravilloso que había probado. A continuación parte de la charla:

-Yo: Ahh, ya.
-Sujeto X: Si compadre, está bieeen chido ese juego. ¡Tienes que probarlo!
-Yo: ¿Tan chido está?
-Sujeto X: Si porque puedes usar vehículos y peleas junto a otros soldados contra aliens bien poderosos.
-Yo: ¿Aliens? Ah, órale.
-Sujeto X: Pero eso no es lo mejor compadre. Hay una misión en la que encuentras a un chingo de soldados y aliens muertos dentro de un edificio. Entonces tu mono (y no es albúr) agarra un chip del casco de un humano muerto y lo pone en su caso, así tu empiezas a ver lo último que grabó el soldado y. . . y . . . ¡Te das cuenta de que algo liberó a una raza nueva de monstruos que convierten a todos los que matan en cosas como zombies!
-Yo: ¡Órale, eso suena chido!
-Sujeto X: En cuanto volví dije, "le voy a enseñar ese juego a mi compadre, ¡o si no dejo de llamarme NAPOLEÓN BONILLA LÓPEZ!"
-Yo: ¿Por que siento que mataste un chiste de anonimatos en el futuro?



Napo y yo fuímos a probar el título en una tienda de videojuegos llamada Videobits en la que podías rentar X número de minutos una consola para jugar alguno de los títulos que tenían. Para nuestra fortuna el dichoso juego llamado HALO estaba disponible, y tras superar la pantalla de inicio y los tiempos de carga, me convertí en un soldado de la clase Spartan.

Halo fue un título que me permitió sumergirme totalmente en su mundo desde el primer momento. Napo actuó como mi guía, mi oficial superior dentro de las operaciones en las que tomabamos parte. El modo de juego cooperativo resultó una delicia total, y juntos, mi compadre y yo, actuamos como una sola e imparable fuerza militar que luchó contra las fuerzas alienigenas del Covenant, los temibles organizmos parasitarios del Flood y las calculadoras máquinas Sentinel.

-Yo voy por la izquierda.

-¡Necesito ayudaaaa!
-¡Tengo mis propios problemas!

-¡Fuego en el hoyo!

-¡Escóndete para que reaparezca!

Todos los anteriores se volvieron gritos comunes de nuestras campañas frente al XBox. Halo fue el primer juego en el que pude compenetrarme TAN CHIDO con mi compadre como seguramente muchos lo hacen en el futbol u otro deporte.



Cuando llevamos la luz de Halo a los corazones no-evangelizados de nuestros amigos, éstos se dieron cuenta inmediatamente de la maravillosa salvación que representaba par. . . ejem, decía que cuando nuestros amigos probaron Halo, también quedaron fascinados. Todos jugamos embobados el título y actuamos como un equipo cada que nos reuníamos a jugar. Halo se convirtió en más que un simple juego, trascendió hasta ser el motivo de nuestras bromas, anécdotas, triunfos y revanchas. Fue el primer juego que nos inspiró a hacer maratones nocturnos para jugar en varias consolas y teles. Halo fue y ha sido motivo de celebración.

Cuando llegó la secuela, ésta trajo los duelos en internet, y el tercer título nos brindó la posibilidad de jugar el modo historia con amigos que estuvieran muy lejos (Pei).

Diría "gracias Halo" por todo lo que has brindado, pero creo que el mundo de los videojugadores ya te ha agradecido lo suficiente (y aún faltan títulos y expansiones). En lugar de eso, le dedicaré mi gratitud a quien hizo posible que el Covenant y TODOS mis cuates nos conocieramos:

¡GRACIAS NAPO!






Stay Flood!!