Era un maravilloso cartel y pocos quisieron perdérselo. La venta de entradas había sido excelente y por esa razón le creí al boletero que iban a abrir las puertas a las 6 P.m., y aún cuando ya eran las 7 P.m. y el deportivo seguía cerrado, el ánimo no decaía.
-Conferencia previa. De izquierda a derecha: Medusa, Estruendo y Terrible-
Napo tardaba en llegar y para hacer mi espera más amena, escuché con atención la charla de la madre e hija que se hallaban frente a mi en la fila. Ellas eran aficionadas de la compañía rival de la que esa noche ofrecía el espectáculo, pero decidieron darle una oportunidad al cartel y probar si los luchadores eran tan "buena onda" como sus ídolos de la otra empresa. Mientras ellas se quejaban de que no abrían las puertas, pasó un fulano entregando volantes. Curiosamente el tipo las ignoró y nos entregó uno al hombre que estaba antes que a ellas y otro a mi, cuando la siempre oportuna curiosidad hizo que las damas observaran lo escrito en los volantes, ni tardas ni perezosas le pidieron uno de los papelitos al fulano que antes las ignorara. Ya con su bien ganado volante, la madre le dijo efusiva a su descendiente: "Mira, igual y aquí puedes meterte y ya luego te lanzas a México con Figueroa (No recuerdo el nombre que dijo, pero dejémoslo en Figueroa)". Ese comentario hizo que yo, a la vez me fijara en el volante que tenía en mis manos y descubrí que decía: "Escuela de lucha libre El Cisne Negro". ¡Órale!, la chava de verdad era fan de las luchas y buscaba formar parte del mundo del pancracio de forma profesional. Quien sabe, igual y ahí mismo presencié el nacimiento de una leyenda del ring.
-Local de venta de máscaras, con todo y la del Camaleón de Oro ^_^-
Cuando por fin abrieron las puertas del deportivo Agustín Millan, mi compadre ya se hallaba a mi lado y con la emoción a flor de piel ocupamos nuestros lugares. Poco a poco todos los asientos se fueron llenando y en muchas ocasiones, los ocupantes traían puestas máscaras de luchador. "¡Que patético!, ¿verdad compadre?". Napo no escuchó mis palabras porque estaba cambiando su identidad por la de Dr. Wagner. La verdad es que al verlo supe que la vergüenza era un lujo ajeno al recinto y decidí portar la máscara del popular Místico.
-Mi compadre y yo. Digo, Dr. Wagner y Místico-
Comenzó el espectaculo, y a partir de ahí ya no fuí yo. Me embriagó la magia del ambiente y las provocaciones de los enmascarados. Los vítores y las mentadas de madre se repartían al mísmo ritmo que la metralla en una guerra. Los en ocasiones poderosos y en otras bufonescos titanes del ring daban cátedra de cómo se debe otorgar espectáculo.
Durante un año trabajé como corresponsal de radio en los partidos del Club de Futbol Toluca, y por ello asistí a una gran cantidad de encuentros y entrenamientos. Me dí cuenta que las luchas es el único deporte en el cual los participantes motivan al público a formar parte del espectáculo. En el soccer, los jugadores de dedican a jugar y sólo en contadas ocasiones levantan los brazos animando al respetable a alzar sus voces a favor de su equipo. En el pancracio es diferente. Cuando el ánimo decayó un momento, Estruendo, el novato rudo de la primera lucha gritó con todas sus fuerzas en dirección al público: “¡Así me gustan hijos de su madre, calladitos! La rechifla, por decír lo menos, no se hizo esperar.
¿Qué la lucha no es totalmente seria? ¡Claro que no!, pero ese es parte de su encanto. Por supuesto que los golpes son reales, las lesiones están a la orden del día y las rivalidades existen, pero también es necesario que el público participe de las mofas que los luchadores protagonizan y los exalte o o abuchee. Recuerdo el caso de un tipo sentado detrás de nosotros. “El Rudazo”, lo bautizó mi compadre. Este tipo acudió con su hijo y ambos se desvivían en lanzar gritos y amenazas a los enmascarados técnicos, al grado de que los ofendidos se acercaban al límite de las gradas e intercambiaban insultos con el padre. Pero todas las injurias son afectuosas, nada se dice buscando realmente ofender, si no establecer un vínculo emocional de adrenalina y gracia. “Aquí las mentadas son con cariño” decía mi compadre. Eso es vivir la lucha.
-El Rudazo y su hijo-
En el espectaculo hay algo para todos los públicos. El que quiere reír lo hace con las payasadas. Quien busca técnica la obtiene con las llaves. El que desea ver gente golpeándose se regocija al escuchar los golpes secos que se dan los titanes (yo en lo personal grité a los rudos “minis” cuando se echaron a correr de vuelta a los vestidores : “¡Vuelvan que pagamos para que se partan la madre!”). Si asisten damas, siempre hay gladiadores con excelente físico que no dudan en mostrarlo. Para todos hay.
Algo impresionante ocurrió en la lucha estelar, cuando Dr. Wagner y Místico lucharon contra sí. La arena se dividió en una guerra de gritos a favor de uno y otro. La lucha trascendió del ring e involucró a cada uno de los aficionados. El aire se inundó aleatoriamente con vítores hacia uno y otro ídolo y sonaba como el choque de dos poderosos trenes que colicionaban a toda velocidad. No cabe duda de que sólo pocos personajes pueden causar un efecto tan impresionante. Eso demuestra que fue un EXCELENTE cartel.
-Choque de dos grandes-
Al final, Napo y yo nos sentíamos como niños otra vez. La charla post-lucha fue emotiva y coincidimos en que esa noche debía repetirse. El espectaculo fue increíble y nos desgañotamos completamente. Memorable sin duda.
Las luchas son la neta y me siento felíz de haber podido no sólo asistir, si no compartirla con ustedes. Si algún día pueden ir a un evento de lucha libre, háganlo y déjense llevar. Lo disfrutarán como nunca.
Y tu, ¿qué opinas de las luchas?
4 comentarios:
estan planeadas!
pero es chido verlos golpearse y gritarles!!!
Las luchas son todo un suceso deportivo y social (por eso me encantó tu crónica). En serio que el público se compenetra de manera impresionante y se desetresa. La vida cambia, es otra al rededor de la arena.
Btw, sigue en pie nuestra ida al coffee shop del Hijo del Santo, eh?
A mi me gustan las luchas!!! Y soy fan de Blue Demon... y en segundo lugar, del Santo.
Antes de venir aca compre bandas (tipo pulsera) para dar como premio en las clases de espanol, y claro, las bandas que compre son de luchadores mexicanos, tengo pulseras de la Parca, el hijo del Santo, Octagon... y los chavos de verdad se pelean por participar en la clase y ganarse una pulsera de esas.
La sociedad no seria lo que es sin las Luchas.
-Que chido que los alumnos se motiven con algo tan típico de nosotros como las luchas. Eres la onda Mel.
-Y si Nelly, nuestra ida al coffee del Hijo del Santo sigue en pie. Ora nomás que haya baro nos lanzamos!!!
-Last but not least, cierto Ivan, seguro todo está planeado pero igual emociona y en ello reside el arte ^-
Publicar un comentario