domingo, 6 de marzo de 2011

I am. . .


Asclepio o Asclepios fue el hijo de Apolo y Coronide. Su habilidad como médico o sanador fue tal que incluso se decía que podía resucitar a los muertos (si supieran que el güey sólo usaba phoenix downs). Se supone que Hades estuvo tan en contra de tal despliegue de faroladas que le pidió a Zeus que lo matara porque estaba alterando el orden natural de las cosas, a lo que el padre de los dioses accedió pero por igual quiso recompensar la habilidad de Asclepio al convertirlo en constelación, pero no cualquier conjunto de estrellas sino uno que ha causado revuelo y confusión en los últimos meses: Ofiuco.

En estos días se dice que aquellos que creemos en mayor o menor medida en la astrología deberíamos de incluir a Ofiuco dentro de los signos zodiacales, específicamente en el periodo que comprende del 29 e noviembre al 17 de diciembre, lo que me afecta directamente.

Toda mi vida mi padre me ha transmitido conocimiento esotérico en pequeñas dosis y la astrología ha jugado un papel importante en ello. Con el correr de los años mi jefecito santo me ha relatado características de Sagitario mi signo zodiacal que, ya fuese por sugestión o por azar, realmente coincidían con mi forma de ser. Uno de los 3 signos del elemento fuego, un centauro que apunta con su arco hacia los altos ideales y que mantiene un balance con su parte animal, carismático guerrero regido por júpiter, eso ha sido para mi el signo que me representaba. Pero ¿que sucede ahora con Sagitario?

El 8 es mi número, desde la fecha de nacimiento hasta el lugar en las listas escolares dicho dígito me ha acompañado lealmente durante toda mi vida y está compuesto por dos esferas, una inferior y otra superior que a su vez están representadas en el Sagitario por la mitad animal, la de los instintos y los ideales mundanos (no necesariamente malos) y la mitad humana, la que ya domina el intelecto y con su arco apunta a los principios más elevados, al sol del que proviene su energía e inspiración. El 8 es una representación vertical del signo del infinito, del ciclo interminable en el que todos vivimos. No se trata de simple "afición" al número sino de una identificación real.


La astrología no rige mi accionar, pero se trata de un elemento que muy frecuentemente ha coincidido con los hechos que envuelven mi vida y que, ¿porque no?, le han dado mayor flavor a la misma en incontables ocasiones. Por lo que el dilema actual me pone en una posición que debo aclarar y que podría contradecir la escencia misma de la astrología pero por igual la tomo:

Yo decido ser Sagitario.

¿Una posición comodina? Quizás, pues aún cuando se supone que en la astrología hay cosas por "destino" o "receta" según se le vea, mi libre albedrío es lo que realmente me ha hecho ser quien soy y ello involucra también en lo decido creer. Además, la "inspiración" siempre ha resultado ser una consejera muy acertada y ahí podría intervenir dicho "destino" ¿a que no? =P

A pesar de que existen características de Ofiuco que me agradan y que podrían encajar en mi, lo cierto es que me guste o no, no soy un sanador. Soy un guerrero, un arquero que desde lo lejos identifica su objetivo y usa su arco y flecha para luchar en cada batalla, a veces ganando, otras perdiendo, pero siempre dejando toda su voluntad en el intento, con ese fuego interno que sé que tengo.

Stay in the battle, stay in the fire, stay. . . being you!!!


-Igual como elijo que Aioros es el VERDADERO caballero de Sagitario ¡No acepte imitaciones!!-